El otoño siempre me gusto, me gustaban su clima,
el estado de animo de la gente, aunque yo siempre me identifique con el verano;
con el sol y la lluvia, con el cielo nublado a ratos y soleado otros tantos,
pero siempre con el aire pegando sobre mi rostro moviendo mis cabellos al
compas del viento, haciendo que mi cabello terminará hecho un desastre. Ahora
sin embargo era incapaz de dejar la ventana abierta no querÃa que ni el aire se
colara por ahÃ.
Mi sentido del oÃdo habÃa perdido un poco de sus
capacidades, también mi vista lo habÃa hecho. Escuchaba voces sin entender, todo
lo veÃa gris, como esas pelÃculas a blanco y negro, sin poder distinguir los
bellos colores de la ciudad. TenÃa que conformarme con lo que podÃa ver, asÃ
que tome el libro que descansaba sobre mi regazo y comencé a ver las letras
intentando encontrarle el significando juntándolas y volviéndolas palabras.
Volvà a estar en el presente, recobrando un poco
de la conciencia que me hacÃa compañÃa a
veces. Mire hacia el cielo, ahora era negro con muchas estrellas, la verdad
preferÃa el cielo sin ellas, sólo con la inmensa luna sirviendo de luz.
Esboce una sonrisa triste, de esas que cada vez me costaban menos trabajo,
pues cada dÃa le regalaba un par de ellas a la gente que conocÃa y veÃa que no
era la misma después de ti.
Y es que no poder evitar que cosas (en su mayorÃa
insignificantes) me traigan de vuelta a ti.
Ahà estaba la luna dando luz asà como el sol.
Siempre pensé que conocerte a ti, habÃa sido como conocer la luz y una vez que
conoces el sol, ya no puedes conformarte con la luna. Y si, eras mi sol
brillabas intensamente con tu presencia para transmitirme tu calidez.
Pero ya no hay sol, el sol es lo que ilumina un dÃa. Ya no hay
dÃas, sólo noches, pero tu recuerdo es la luna que ilumina mi oscuridad.
No importa si ha pasado poco tiempo, si todavÃa
no veo la dimensión de que te hayas ido. Estas tan presente en cada lugar, en
cada cosa, todavÃa puedo sentir tus frÃos dedos peinando el cabello que
despeino el viento, despertar con tu olor en mi almohada, puedo
sentir tus brazos aunque estos no lleguen a tocarme.
Respiro en el aire tu amor, deliro con tus ojos,
sueño con tu tacto frÃo. Vivo contigo cada instante, cada dÃa, esperando que el
tiempo que haya pasado sea sólo un abrir y cerrar de ojos; despertar y ver tu
sonrisa torcida, quiero deslumbrarme por tu presencia, quiero que el aire me
falte, que el corazón amenace con parar…
Pero otra parte de mi quiere que la cruda
realidad me despierte, quiero dejar de soñar con lo que fue, quiero llorar,
quiero entender que te has ido y que no volverás, dejar de engañar a mi mente.
Los recuerdos son buenos pero no merezco conformarme con ellos. No.